8 de marzo, Día Internacional de la mujer
Naty Sánchez Ortega
El 8 de marzo celebramos el Día Internacional de la Mujer, una cita con nosotras mismas y con nuestras compañeras de género. Es el momento de hacer oír nuestra voz, en susurros o con mucho estruendo, según las posibilidades, pero que ninguna quede apartada en el silencio.
He anhelado con cierta impaciencia la llegada del mes de marzo. Durante las últimas semanas, en mi mente han ido surgiendo muchísimas ideas para celebrar el día 8, el Día internacional de la mujer, con todo lo que eso conlleva. Quisiera que todos mi esfuerzos de este mes sirviesen como homenaje a las mujeres que me precedieron, las que construyeron con su vida un mundo mejor para todas nosotras, pero también para aquellas cuya voz fue apenas un murmullo en el océano de la historia. Toda mujer tiene algo que enseñarnos: unas nos dan claves de liderazgo, otras nos hablan de las cosas sencillas de la vida; unas narran trágicas historias que no debemos permitir que se repitan; otras nos cuentan cómo ser felices y tener una vida plena. Unas nos advierten sobre ciertos peligros y dificultades, otras nos dan esperanza.
Toda mujer tiene algo que enseñarnos: unas nos dan claves de liderazgo, otras nos hablan de las cosas sencillas de la vida; unas narran trágicas historias que no debemos permitir que se repitan, otras nos cuentan cómo ser felices y tener una vida plena.
Hemos sido mujeres en los gélidos hielos de las glaciaciones y en los ardientes calores africanos. Hemos sufrido el mal de altura en remotas montañas del planeta, creando futuro en las circunstancias más adversas. Hemos compartido una vida nómada por interminables estepas y hemos disfrutado de existencias apacibles a orillas del Nilo. Hemos vivido inmersas en tradiciones de profunda y honesta espiritualidad y hemos sufrido las trágicas consecuencias del fanatismo y la ignorancia. Hemos alcanzando las más altas cotas del conocimiento intelectual y hemos contribuido a la marea de inventos que acompañan el cotidiano devenir de la humanidad. Hemos padecido la horrenda barbarie de los instintos desatados en las guerras y hemos llorado la pérdida de nuestras niñez por rancias costumbres sin sentido. Sin embargo, también hemos sido capaces de hacer valer la dignidad de la mujer en todo tipo de situaciones, conduciendo el destino de los pueblos con sabiduría y visión de Estado. Somos, en esencia, muy humanas, pues hablar de la mujer es hablar de la humanidad con acento femenino. No estamos libres de pecado, pero también es cierto que nos hemos llevado con frecuencia la peor parte.
Hoy estamos orgullosas de los logros sociales que vamos conquistando, enfrentando con valentía durante generaciones las anquilosadas injusticias de modelos desfasados. Esa victoria no debe situarnos psicológicamente por encima de nuestras antepasadas, pues creo que nos impediría aprender todo lo bueno que aún pueden enseñarnos. Observemos la historia femenina con curiosidad, con espíritu crítico, pero también con respeto y grandes dosis de empatía. Las mujeres son maestras de las mujeres: egipcias, griegas, japonesas, romanas, sumerias, chinas, mayas, esquimales, hindúes, europeas, musulmanas, tibetanas, aztecas y ese largo etcétera que ocuparía largas páginas (por favor, que ninguna omisión se me tenga en cuenta, es por cuestiones prácticas)..., todas ellas viven en nosotras, en el ADN inmortal de la humanidad, pero si queremos aprender de ellas tenemos que abrir las puertas de nuestra memoria, escuchar con voz atenta su mensaje y tomar fuerzas para lo que nos toca: aportar nuestro propio legado, escribir nuestra propia página de la historia.
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Tamara (jueves, 08 marzo 2018 17:04)
Enhorabuena una vez más!! Gracias por compartir !!
Rosaana (jueves, 08 marzo 2018 17:07)
Así es, todas y cada una de nosotras tiene algo de valor que aportar. Gracias!
Estela (lunes, 19 marzo 2018 05:20)
No tengo palabras para decir lo mucho que admiro tu elocuencia para engrandecer a la mujer pero eres la mejor para hacerlo de la mejor forma agradezco a la vida por haberte conocido Estela
Naty Sánchez (lunes, 21 mayo 2018 12:01)
Mil gracias, Estela. Tú también eres una gran mujer y un ejemplo de independencia, éxito e integridad. Un gran abrazo desde Barcelona.