He aquí el relato de un héroe sin espada, que realizó una odisea en busca de la antigua Troya. Con Homero debajo del brazo como guía y mentor, puso su dinero al servicio de la Historia y se arriesgó a sufrir las burlas y menosprecios de los académicos de despacho que negaban la existencia de Troya sin haber intentado siquiera probar suerte con el pico y la pala. Rindo este homenaje a Schliemann por su generosidad y por su empatía con los antiguos, a los que respetaba tanto como admiraba.
Paris secuestró a Helena, y al hacerlo provocó la gran Guerra de Troya. Quizás nunca sospechó hasta qué punto iba a marcar para siempre el destino y la historia de las culturas mediterráneas. Largo tiempo se creyó que la guerra era apenas una leyenda, un relato épico para deleitar a los guerreros y educar a los jóvenes griegos. Sin embargo, en el siglo XIX, un arqueólogo aficionado pero enamorado de los poemas homéricos, se atrevió a iniciar una gran aventura: ¡Encontrar Troya!